lunes, octubre 31, 2005

Between Firebreath Dragonfly & Crazy Legs Crane Jr.

El viernes, en un cumple, alguien me saludó usando su identidad bloggeril y aludiendo a la mía. Equis enorme, pensé. Ahora no voy a poder hablarle en toda la noche.

Ocurre que muchas veces, en lugar de ser como el Mosquito-Dragón (diminuto pero poderoso) soy como otro de los personajes de ese mismo cartoon: Piernas Locas Jr., que avergonzado, ocultaba la cara dentro de una bolsa de papel madera. (Aunque Jr. lo hacía porque no toleraba la estupidez de su padre, y yo, por un simple brote de timidez...)

No lo tome a mal, amigo Sin Rostro. Recuerde que una vez fue ud. el que se hizo a un lado, me atrevería a decir que un poco cohibido, cuando LC nos presentó en la puerta de la fac.

sábado, octubre 29, 2005

Sábado de superacción


“No hay beso de amor verdadero que no se sienta turbado por la doble presencia de un ayer y de un mañana”.

Victoria Ocampo
E se acaba de ir. Fue a cenar con dos amigos de 1810. Los chicos (los míos) se juntaban en lo de JI a ver el programa del Diez con Rafaela-explota-explota-mexpló, que Jose grabó oportunamente. Plan tentador, al que después de muchas vueltas consigo resistirme. Decidí quedarme en casa y adelantar algo. Aunque adelantar no sería la palabra adecuada. Supongo que está mal emplearla cuando se trata de trabajo atrasado. En fin, me hago la fantasía de que voy a tomar las armas, de que voy a dejar de preocuparme para ocuparme un poco. Así que acá me tienen con una pila de artículos de Sur, de donde extraje esta cita.

viernes, octubre 28, 2005


Esta es mi cara de tengo todo controlado. Por favor, que nadie se deje engañar por ella. It’s completely faked. La postée solo porque a Luciano le gusta. LC aceptó ser mi esclav... digo me secretario, y cuento con su ayuda para sacar adelante un millón de cosas. (Querido, agradecé que en Puan me dejaron fotocopiar esas revistas porque de lo contrario, con la almohada a la hemeroteca). Igual, no crean que me ofrece sus servicios gratis. Me exige casi tanto como lo que me proporciona: textos que escribí en el pasado, contención emocional, consejos de hermana mayor que [pretende que] se las sabe todas y a veces algún showcito (puede ser desfilar entre las PCs la pashmina de Myriam, mostrando diferentes usos de la misma: como bufanda, como pareo, como strapless, como turbante talibán..., o arengar a las multitudes del inventario con mis gritos). Todas tareas que me encanta desempeñar y que hacen que las mañanas fluyan apaciblemente en la Biblio. Pero a la una cuando salgo, preguntale. Me espera el resto del día.

He comprobado que si uno pregunta algo por este medio la gente responde con bastante rapidez, así que voy a aprovecharme de semejante beneficio. Por dios, que alguien me diga cómo sobrevivir al mes que viene. Tengo que escribir tres artículos, dos cuentos, una monografía y semana tras semana las notas del diario. Escribir, escribir, escribir. Es lo que más me gusta hacer en la vida pero también es un trabajo de parto. Y además debo pelear el presupuesto asignado al próximo número de la revista en Eudeba, organizar la presentación de Modos de lo extraño con tres marylins que si uno puedo a una hora, el otro no puede ese día y al tercero no le viene bien en ese lado; y como si eso fuera poco, también tengo que conseguir que el sector cultural de la Embajada de Brasil entienda lo importante que son las Jornadas Nietzsche para ellos y que decidan de una maldita vez colaborar con la causa. (En esto último fracaso año tras año). Equis, me aterra de sólo recordarlo. Lo único que quiero es que llegue Diciembre para poder deprimirme tranquila por todo lo que al fin de cuentas no hice.

Por suerte, puedo llegar cada mañana al segundo subsuelo y quejarme las cuatro horas completas mientras Luciano y Laurita me cuentan sus andanzas.

jueves, octubre 27, 2005

Sherlock

Parece que con el post del ataque confirmé la sospecha de que yo oculto cosas. No es así pero andá a desmentirlo. Así que de ahora en adelante sobrevendrá un interrogatorio ante el menor síntoma: qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa qué te pasa con lámpara directo a los ojos y todo.

Igual no vayan a creer que es por cacería de brujas. No es por desconfianza ni por celos enfermos ni por ninguna cosa fea (por suerte la inquisición terminó hace ya algún tiempo). Es sólo para poder cuidarme y para quererme más.

Cada día que pasa crece y crece mi convencimiento: estoy con el mejor.

miércoles, octubre 26, 2005

Shamado a la solidaridad

Yo sé que la blogósfera está shena de almas caritativas. ¿Quisiera alguna de elias revelarme cómo rayos se hace para que a los comentaristas les aparezcan las letritas esas que evitan los comentarios masivos?

(El que asuma la tarea deberá explicármelo como con títeres porque [para estas cosas] soy bastante lela.)

Fino sibarita

Ayer Charly me rechazó una galletita. Vino, la olisqueó como de compromiso, se dio media vuelta y se fue. Parece que sólo le gustan las de chocolate.

A77aque de bovarismo

Lo miro en silencio mientras me acosan pensamientos muy negros. Él me dice que estoy linda, me aparta un mechón de la cara y me pregunta qué te pasa. Nada, respondo. Entonces me habla de ese sentimiento de las cinco de la tarde por el que los ingleses impusieron el té: esa sensación de zozobra que oscurecía las miradas y amargaba los labios un poco antes de que se esconda el sol, y que intentó ser combatido con una ceremonia social. -¿Cómo? ¿that thinking feeling? -No, no –me corrige–: that sinking feeling. Sí, hundirse, pero en la angustia de los propios pensamientos.

Le digo que no me pasa nada, que sí y no, que sólo estoy un poco melancólica. Decir eso y evadirse son casi el mismo movimiento. Decir que uno está melancólico o acidioso es como decir que está lúgubre por cosas que son tan angustiantes como inevitables, tan dolorosas y difíciles como constitutivas. Declararse melancólico es lo mismo que advertirle al otro: me angustio por algo que ni vos ni yo ni nadie puede solucionar, así que no te (des)gastes.

Pero él insiste, y hace bien. Primero porque se da cuenta de que aunque haya conflictos irresolubles, hablar de ellos ayuda a desmitificarlos. En general hablar sirve para espantar o exorcizar esos fantasmas que rondan alrededor de las cuestiones complicadas haciendo que parezcan todavía más intolerables. Y segundo, porque la verdad es que si no insistiera, muchas veces yo no diría nada de nada. Me encerraría en mi Mónada y allí me quedaría, sola, callada, abatida por mi ataque de nihilismo, pensando que para qué hablar si de todos modos no forma parte de nuestras capacidades el poder comunicar un cuerno. Ya lo decía Rilke: “la mayor parte de los acontecimientos son indecibles”, (además de que las Équices no tienen ventanas).

Fue Alejandrísima la que me recordó esa línea de Rainer. Estoy leyendo sus Diarios porque debo rastrear la presencia de Federico, mi viejo camarada, en sus palabras. Perfecto, pienso, tengo el temple de ánimo necesario. “Cómo explicar con palabras de este mundo...” Sin embargo, el problema no es partir, el verdadero problema es que el barco se hunda.

Nos conocimos en una fiesta. Hablamos un rato, compartimos un taxi con otra gente, y no volvimos a vernos hasta después de un mes. Durante ese tiempo nos escribimos unos cuantos mails. En uno me contaba que se iba a pasar el finde al Tigre, y me/se preguntaba, alimentando el mito de su fama astral: ¿Hundiré el barco como en la fábula del escorpión y la rana?. Skorpius. El subject de mi respuesta era ése: Sopa de escorpio (casi como este blog, caigo en la cuenta ahora). Sin embargo, cuando estoy al borde del naufragio Skorpius siempre me rescata.

Extraigo del fondo sinuoso esa certeza y mínimamente me sobrepongo. Me visto, me peino, me dispongo a salir. Hace un rato llamó MD para invitarme a un evento en ByF. La idea es encontrarnos ahí, escuchar la lectura de algunos poemas y saludar a LLH por su cumpleaños. En un primer momento supongo que ésa es la excusa para vernos y charlar un rato, pero después descubro que la verdadera excusa soy yo: MD piensa entretenerse conmigo hasta que se haga la hora en que tiene planeado ver a V. Mientras hablamos por teléfono ya intuyo lo que más tarde compruebo: que estuvo toda la tarde en la calle haciendo tiempo y que le viene como anillo al equis que yo le amueble el último tramo de espera. No me interesa; acepto igual. Me va a hacer bien acompañarlo, respirar otro aire y despejarme.

Voy en el colectivo diciéndome: también es necesario escaparse un poco del amor porque a veces es agobiante. El deseo no se satura sino que en su misma satisfacción se renueva y potencia. Terrible. Unas ansias atroces de colonizarlo todo y la constatación continua de que, más allá de que semejante conducta sería éticamente incorrecta, no es viable precisamente porque el otro es mi límite. El otro, su presencia, es la prueba material de que jamás voy a poder tenerlo. Todo amor verdadero es un amor imposible, dice Blanchot... También debo escribir sobre estas cosas para el congreso de Rosario. Pero esta obsesión proustiana se apoderó de mí y si me quedara en casa no me dejaría trabajar. Es preciso ver gente, sentir el aire cálido en la piel, conversar de temas relajados, recuperar la liviandad, y recobrarse en esa mínima distancia.

Llego 30 minutos tarde y entro. A MD no se lo ve por ninguna parte. Cae al rato con su remera de A77aque, que le queda un poco corta y muy ajustada. Me gusta esa remera. La usa desde que desgravó una entrevista del grupo para La mano. Después de escuchar cientos de veces la cinta, la filosofía pertusiana provocó algunos efectos en la cabeza de MD. Lavaje de cerebro. Así funciona, por ósmosis. Según él, ese look le valió el rechazo de alguna que otra doncella esteticista a la que no dejaba de entregársele ni tampoco de provocar con su atuendo. MD adora desafiar a sus conquistas. Sabe bien que en última instancia todo ataque (incluso un ataque de devoción) es de carácter violento. (Y si no creen, pregúntenle a John Lennon)

Diez minutos más tarde ya no soporto el humo ni el calor ni la impostura de acá es donde hay que estar que tiene todo el mundo y le digo que nos vayamos. No sabemos qué hacer y terminamos en la casa de una tercera partenaire, la queridísima MS. Pero lo cierto es que los dos estamos desasosegados y lo único que queremos es correr al encuentro de nuestros respectivos équices. Sé dónde está el mío: con amigos en un bar de San Telmo. Imagino que voy de sorpresa. Hago entrada triunfal y lo abrazo y le digo que me moría por tomarme un trago con él. ¡Mentira! ¡Yo no tomo alcohol hace más de dos años! Es a él a quien quiero beberme. Bebérmelo como una pócima que me haga sentir más fuerte.

Pienso eso y es como si de pronto despertara. No existen pociones mágicas pero sí pensamientos performativos. Advierto que todo este sketch no es más que un nuevo embate de mi debilidad. Little Miss Drama Queen muerta de amor y de miedo de no estar a la altura de las circunstancias. Little Miss Drama Queen haciendo un show de su panic attack. Teatral y lacrimoso, el personaje me hace muchísima gracia. ¿Por qué estás armando este escándalo si en realidad no pasa nada? Dios mío, ¡qué difícil resulta en ocasiones [no] ser [in]dignos de lo que nos acontece!

domingo, octubre 09, 2005

Costi o no costi


Hace ya casi un año, seis seguidores de M.B.C. partimos hacia Brasil para asistir a un congreso de filosofía. De allí me traje unas cuantas cosas. Entre ellas un amor frustrado. A la vuelta, la Dra. C., que había sido promotora del romance, me incitó a escribirle al susodicho. El mail que le mandé –con copia a la Dra. y a alguna otra gente– puede leerse en la entrada anterior.

Como respuesta recibí un halago: Você escreve muito bem, tá de parabens, dijo el equis. ¡Al menos me reconoció eso! (por el idioma, no estaba segura de que pudiera apreciar las sutilezas de lenguaje y los juegos de palabras). Soberbia en la derrota, le agradecí el comentario. Le dije que el estilo es algo que, si se lo tiene, no se lo puede dejar de ejercer pero que sin embargo, en ciertos casos tenía la certeza de que escribir bien no me servía absolutamente para nada.

Decimos: es una suerte que mi bombón no me haya elegido [sólo] por cómo escribo. Por otra parte, M.B.C. me criticó bastante ese mensaje porque le pareció que no se atenía a las pautas del género (que en este caso era “carta de amor”, supongo). A su modo de ver le faltaban piropos y explicitaciones. Se armó entonces un debate, y muchos opinaron acerca de si el mail era o no costi. M.D. por ejemplo, opinaba que no. TT en cambio, que sí. ¿A ustedes qué les parece?

Nostalgia de Janeiro


Volvimos hace ya más de una semana y no consigo poner este canal. Sigo fuera de foco pensando en esa ciudad que me robó el alma. Rio es una droga demasiado poderosa: la energía que trafica desbarató por completo las escasas seguridades con las que había llegado. Argentina me pegó como una cachetada. Para sobrellevar el síndrome de abstinencia no dejo de escuchar a Caetano y escribí para el diario una nota sobre el samba. Aquella noche en Botafogo dijiste que yo bien podría ser carioca. Es cierto, soy una chica-saudade. No lograré nunca irme sin quedarme, irme como quien realmente se va.

Mientras el barquito se alejaba de Niteroi yo recordaba algunas coincidencias: La conferencia que diste acá se llamaba igual que el trabajo que Teté y yo leímos. El Programa prometía una versión en portugués y otra en castellano de La educación sentimental. Sin embargo, no hablaste de eso sino del tema de los animales. La misma cuestión que yo investigo. ¿Você lembra? Estas cosas cuya lectura te aburrirá tampoco me llamaron la atención a mí en aquel momento, pero ahora no dejan de hacerme ruido en la cabeza. Soy también una chica anacrónica. Me atrevería a decir intempestiva (Mónica tiene alumnos mejores que nosotros, pero nosotros somos, como los animales de Zarathustra, los verdaderos nietzscheanos).

El barquito se alejaba, y a mí se me partía el corazón pensando que volvería a Buenos Aires sin haberme despedido de ti. ¿Y tu corazón, Charles? ¿Cómo estará ese pobre amedrentado cuando te llegue esto? Charles, charles... decís que te sentís alemán, pero está todo Brasil en cada uno de los bucles de tu pelo. Todo: lo progre y lo machista, el barro y las lentejuelas, Lapa y Copacabana, el sol y la llovizna, la euforia y la melancolía, la mayor humildad y la suprema marilynitud. Charles, charles... quise hacerte olvidar del amor, al menos por un rato, pero es algo que yo misma no consigo hacer.

Te mando un beso de caramelo pegajoso y espero que la vida te esté guiñando un ojo. Saludos a la noche tropical.

Circulación (texto escrito con TT en 1905)


- Quiero que lo nuestro sea amor... algo profundo...
- ¿Cómo anda la estrella de la noche?
- En realidad sos...

Me propongo contar la película. Un doctor en un hospital al mando de locos criminales, la sangre, fin. Un doctor en un hospital al mando de locos criminales, la sangre, fin. El asesino no muere. Se despierta y ataca. Quiero ser como él.


Mi deseo: lamer cada diseminación de tu cuerpo. Pero el cuerpo es demasiado y demasiado ardua la tarea. Quedo exhausta, deshidratada. Recorro cada uno de tus pliegues, ¡tantos! Y se me seca la boca, y tomo agua. Y se me seca la boca, y tomo agua. Y se me seca la boca, y tomo agua. Y se me seca la boca, y tomo agua. Y se me seca la boca, y tomo agua. Y se me seca la boca, y tomo agua. Y funden las empresas que purifican el agua. Y quiebran las compañías embotelladoras. Y los trabajadores de Aguas Argentinas también quedan en la calle. Y toda el agua del planeta desaparece. Por tu culpa.



A Jorge Lanata

Lo que dice el viento en su canción


Desde la esquina, vi la casa más sombría que nunca. Las paredes más grises, las baldosas más agrietadas. De las cosas brotaba un silencio que no dejaba de hablarme de la muerte de mi abuelo, que es como recordarme todos mis fracasos y los suyos. Mi abuelo, esa presencia perseverante que se repetía en cada partícula de polvo; su frustración.


Siempre fui muy culposa. Comprendo que con eso no se consigue nada, pero soy impotente ante la fuerza de mis propios errores. Una vez sentí la certeza de un más allá. El halo cariñoso de un porvenir que quizás no exista, pero que si embargo me consoló con dulzura. No me resigno a perder. Me traiciona la sensibilidad, pero ni aún así dejo de ser cobarde y egoísta. Empezaré de nuevo, una vez más.

jueves, octubre 06, 2005


Él prefiere cenar; yo, desayunar. A mí me gustan más los besos y a él, los abrazos.

Insiste en que las discusiones y las charlas serias hay que tenerlas en la mesa, y en que las películas hay que verlas sentado, como en la escuela. A mí en esa postura me da la sensación de que me desintegro o empieza a picarme todo el cuerpo como si me atacara una cuadrilla de hormigas. Para cualquiera de esas cuestiones me resulta preferible la cama.

Él puede pasar horas y horas en un bar leyendo. Yo a los veinte minutos no encuentro sosiego y huyo, aturdida.

A mí me puede el rosa; él lo detesta. Sostiene que los colores pastel son para secretarias. Le gusta en cambio el naranja, que yo sólo resisto para decoración de interiores.

Él tiene respuestas para todo y sabe qué decir en cada situación. Siempre encuentra las palabras que me hacen bien y los argumentos que me consuelan con la contundencia y con la solidez de los labios, quiero decir de los sabios. Yo, en cambio, ante el menor inconveniente me quedo muda, ya no sé qué decir, ni mucho menos cómo decirlo lindo.


No deja de acusarme de marilyn ni yo de reprocharle que es un skorpius de pura cepa.

Pero los dos somos insoportablemente melancólicos, elegimos a los tritones como mascotas, nos encantan los infinitos de Leibniz y las berenjenas, los poemas de Sylvia Plath y los días de lluvia; burlarnos el uno del otro y reírnos, y de nosotros mismos y reírnos más.

Hoy hace exactamente 8 meses, nos abrazamos por primera vez. El 5 de febrero de este año nos troquelamos juntos y no nos despegamos nunca más.

Despedida

Y se fué nomás D.A. a los parises ochos. ¡Cuánto lo vamos a extrañar!

Decimos: mucha suerte.

miércoles, octubre 05, 2005

Rara de alimentación

Leí en México me mata que J.B. tenía que cocinar dos pollos para Rosh Hashaná o como sea que se diga. Pobre, pensé. Si yo tengo que ponerle la mano encima a un cadáver de pollo me muero. Prefiero saltar zapallitos eternamente a tener que sacarle las vísceras a un bicho. Una vez en un lugar de la costa pedí pescado y me lo trajeron con cabeza y todo. Y me miraba. Obviamente me fui sin probar bocado.

Si sigo acumulando fobias voy a terminar viviendo a cereales. Y no da. Envidio un poco a los que pueden hincarle el diente a cualquier cosa. Por ejemplo, el plato favorito de Guille es el cordero. Carne salvaje, me dice relamiéndose. La verdad es que da gusto verlo (a Gui). Pero si pienso en el pobre corderito, no puedo. Tendría que dejar de pensar porque la lista de cosas que no como fue incrementándose con los años. Ahora me inquieta lo siguiente: el huevo ¿será la menstruación de la gallina?

lunes, octubre 03, 2005

Lo que más me gusta de la Biblioteca Nacional

No es de raza, no, ni hablar. Sin embargo, su cuello ostenta una medalla que da cuenta de la jerarquía que alcanzó, vaya a saber uno por qué. Tiene unos ojos profundos pero saltones en los que me veo reflejada cada mañana cuando me acerco mucho mucho para saludarlo.

Charly va y viene por los pasillos, a veces ladra, a veces mueve la cola. Nunca fui muy fanática de los perros, pero éste es lo más.

Estilo pegajoso


En estos días húmedos la gente se pregunta quién es el asesor de imagen de Cristina. ¡Urgente un maquillador que entienda algo! Parece que en cualquier momento se termina de derretir.

sábado, octubre 01, 2005

Por qué un Blog

Según las estadísticas (?) los motivos principales son dos:
1. Por soledad, es decir para comunicarse.
2. Para quejarse.

Personalmente adhiero al segundo (la queja es uno de mis deportes favoritos) y agrego otros dos:
3. Porque, si se toman las palabras al pie de la letra, un “escritor” (por favor, con cuatro pares de comillas) debe escribir.
4. Porque es toda una fantasía.