La gente puede ser clasificada en dos grandes grupos: los que prefieren a los perros y los que prefieren a los gatos. Yo siempre fui muy gatera, hasta hace unos tres años. Algo cambió, no tengo idea de qué podrá haber sido, pero los perros dejaron de parecerme estúpidos. O mejor dicho, las maniobras torpes, las belfas babosientas, el sexo colorado que se asoma y la devoción por los amos ya no hieren mi sensibilidad estética. Y naturalmente, me interpela su mirada, sus ojos. Se escribió tanto sobre el tema...
Antes de ayer soñé con un perro rarísimo. Se movía de una manera indescriptible, pero lo más extraño eran precisamente sus ojos. En realidad no tenía ojos. En su lugar había una suerte de relojes o brújulas. Se parecían a brújulas por una agujita que no deja de moverse, delatando claramente una función, un mecanismo. Pero la división del cuadrante era la misma que en los relojes, salvo que en donde devería haber números había símbolos incomprensibles, al menos para mí.
Me quedé pasmada mirándolo como miro yo las cosas que me atraen, con la boca abierta y la cabeza ladeada, casi casi como los mismos perros cuando no entienden lo que pasa. Era tan real en todo lo demás... sin embargo me provocaba mucha desconfianza. El dueño lo acarició y me dijo que era una especie nueva, experimento de la naturaleza, que no veía pero que se orientaba porque esos órganos captaban no recuerdo qué ni cómo. Me habló de los murciélagos, hizo comparaciones, trataba de sacarme un asombro que nada podía conjurar.
Le pregunté qué significaban los símbolos. "Son notaciones salvajes", me respondió como si eso aclarara algo. No me cerraba por ningún lado. ¿Para qué los necesitaba el engendro protoperruno? Los símbolos son siempre para otros, para que otro que comparte el código los decodifique y le transmitan alguna información. Si yo tuviera un reloj incorporado, seguramente no tendría números; el semáforo cambia de color porque no pertenece a nuestro cuerpo.
Estábamos en una sala de espera, atentos a los turnos. Llamaron al tipo, que antes de desaparecer con su mascota umheimlich aprovechó para apurarme un poco: "¿No te dedicabas a esto vos?"