Estábamos desayunando en ese hotel de cuarta. Las viejas de la otra mesa se fueron dejando la tele prendida. Yo me descargaba con Luciano y Luciana. Después él fue a avisarle a Mariano que ya era hora de entregar las llaves y nosotras nos quedamos en silencio, un poco taciturnas (meditabajas y cabisbundas). Mirábamos las botellas añejas de una vitrina polvorienta y de un par de estanterías. Unos vinachos blancos que ya estaban pardos, acompañados de un par de pingüinos, tres copas de plata que a ella le parecían horribles, y una infaltable y mustia tortuguita de porcelana. Nos llegaban palabras como “sisa” y “hervor”. Utilísima. Recordé que en una época yo tuve en el balcón un jardín que era mi orgullo. Ahora tengo una selva enmarañada completamente llena de yuyos. Recordé que me obsesionaban tanto las plantas que no podía pasar ni una noche fuera de casa porque ¿entonces quién las iba a regar?. Recordé que le hice a Castillo una lámpara de papel maché que cuando todo el mundo la veía se quedaba mudo. Recordé que entonces había dejado la facultad y que Mónica me insistía para que volviera y que cuánto más presionada me sentía, más ganas me daban de no volver nunca, de no ir jamás en mi vida a un puto congreso y de ser una brishante ama de casa, así como las de antes. Me apoderé del control [remoto] y cambié de canal. Reapareció Luciano y los tres nos fuimos a escuchar a Sazbón.
sábado, noviembre 26, 2005
Bricomaníaca
Estábamos desayunando en ese hotel de cuarta. Las viejas de la otra mesa se fueron dejando la tele prendida. Yo me descargaba con Luciano y Luciana. Después él fue a avisarle a Mariano que ya era hora de entregar las llaves y nosotras nos quedamos en silencio, un poco taciturnas (meditabajas y cabisbundas). Mirábamos las botellas añejas de una vitrina polvorienta y de un par de estanterías. Unos vinachos blancos que ya estaban pardos, acompañados de un par de pingüinos, tres copas de plata que a ella le parecían horribles, y una infaltable y mustia tortuguita de porcelana. Nos llegaban palabras como “sisa” y “hervor”. Utilísima. Recordé que en una época yo tuve en el balcón un jardín que era mi orgullo. Ahora tengo una selva enmarañada completamente llena de yuyos. Recordé que me obsesionaban tanto las plantas que no podía pasar ni una noche fuera de casa porque ¿entonces quién las iba a regar?. Recordé que le hice a Castillo una lámpara de papel maché que cuando todo el mundo la veía se quedaba mudo. Recordé que entonces había dejado la facultad y que Mónica me insistía para que volviera y que cuánto más presionada me sentía, más ganas me daban de no volver nunca, de no ir jamás en mi vida a un puto congreso y de ser una brishante ama de casa, así como las de antes. Me apoderé del control [remoto] y cambié de canal. Reapareció Luciano y los tres nos fuimos a escuchar a Sazbón.
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5 comentarios:
un autor que amo tanto (paul auster) cita en uno de sus libros a chateubriand: man has not one and the same life. he has many lives, placed end to end... el resto no lo cito porque es medio down. y me acuerdo de romina volviendo de buenos aires feliz por haberte conocido a traves de esa lampara de mache, y yo te veia ahi, presente, en las fotos y (como hoy) recordaba mis vidas pasadas.
Ayer, comiendo a la vuelta de la facultad, un nihilista absoluto me dijo que el único profesor que le caía simpático era Sazbón. Tiene algo Sazbón, un nosequé.
¿te gusta Sazbon?
a) esa lámpara era increíble, es cierto; b) me cae bien Sazbón; c) y sé que si se sube la sisa, se rompe el hervor.
a) esa lámpara era increíble, es cierto; b) me cae bien Sazbón; c) y sé que si se sube la sisa, se rompe el hervor.
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