Allá nos encontramos con una compañera de secundario de E –La encantadora L– que estaba vacacionando con su reciente shico. Resulta que a él yo lo conocía de algunas cursadas. Cuando lo mencioné me contestó que sí, que una vez lo traté muy pero muy mal en un seminario. Como no me acordaba, negué. No, no, no, te estás confundiendo. Pero me dijo hasta lo que tenía puesto; ergo, era imposible librarse de la acusación. Y sí, en general soy bastante mala onda. En mi defensa diré que muchas otras veces soy mal comprendida. Queriendo ser simpática me acusan de agresiva, o si estoy concentrada, pongo mi cara seria y transmito la peor de las impresiones, como si estuviera escuchando una pobre exposición o un estúpido comentario. Y nada que ver. En fin, sépanlo. Igual, sí, soy peleadora, y no reniego.
Pasado el primer momento de incomodidad, los cuatro nos llevamos muy bien. Durante una cena, el mushasho me habló de una cátedra, de un grupo de investigación, de un subsidio y demases, y así llegamos a un pretendido efant terrible que ahora hace furor en este medio [blogger]. Me refiero al gourmet taquillero, ése que tanto gusta de los rinocerontes. El divino de Obelix no, él se deleita con jabalíes, que es muy distinto. No comprendo por qué tanta halaraca con ese tirapiedras. La verdad es que a mí la pretensión de rebeldía no me hace la más mínima gracia. El escándalo tiene que darse al natu, si no, no da. Es como estar tres horas delante del espejo acomodándose los rulos con gel efecto despeinado. Y ahora que lo pienso, algo de esto había: años atrás, el equis en cuestión era fácil de identificar por lo sigueinte: conservaba de su pasado pelo largo sólo un mechón, que le recorría gran parte de la espalda. Usaba el resto de su cabellera prolijamente corta. Con TT le decíamos el rabo de gato.
Pasado el primer momento de incomodidad, los cuatro nos llevamos muy bien. Durante una cena, el mushasho me habló de una cátedra, de un grupo de investigación, de un subsidio y demases, y así llegamos a un pretendido efant terrible que ahora hace furor en este medio [blogger]. Me refiero al gourmet taquillero, ése que tanto gusta de los rinocerontes. El divino de Obelix no, él se deleita con jabalíes, que es muy distinto. No comprendo por qué tanta halaraca con ese tirapiedras. La verdad es que a mí la pretensión de rebeldía no me hace la más mínima gracia. El escándalo tiene que darse al natu, si no, no da. Es como estar tres horas delante del espejo acomodándose los rulos con gel efecto despeinado. Y ahora que lo pienso, algo de esto había: años atrás, el equis en cuestión era fácil de identificar por lo sigueinte: conservaba de su pasado pelo largo sólo un mechón, que le recorría gran parte de la espalda. Usaba el resto de su cabellera prolijamente corta. Con TT le decíamos el rabo de gato.
2 comentarios:
ah!!! mirá vos, ése es rabo de gato... Bueno, te decía la vez pasada, tengo su libro de diálogos en cola de lectura, aunque a mí tampoco me cae bien. "A mí los desaparecidos me importan un carajo". Jodete, boludo.
o: morite, garca.
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