Viernes. Último día del inventario. Por supuesto, con festejo: chocotorta, the cure, baile, fuegos artificiales, todo. Y después pizzería. Igual, no nos engañemos: estoy triste. Me ataca la angustia y me desasociego. Alguna gente, cuando se pone nerviosa fuma. Yo juego al tetris. Pero claro, como no es una forma de evadirse socialmente aceptada, Luciano se queja por mi falta de respeto. Para defenderme aprieto donde sé que le duele (dios mío, con lo que detesto que los demás hagan eso!). –Hablás desde el conservadurismo. ¿Quién sos? ¿Papá que no me deja ver la tele mientras cenamos porque hay que conversar en familia? ¡Qué dictatorial! –Me hago la progre, la cool– ¡Por favor, que cada uno haga lo que se de le dé la gana!!!
La cosa es que aunque me rebele y me ensemille, sigo siguiendo con ellos. La extiendo y la extiendo. Por quedarme loreando con Juan y con Laurita llego tarde al gimnasio y mi humor decae aún más. Durante la clase de Step no consigo sacarme de la cabeza los comentarios de Laurita. Qué inteligente es. Tan chiquita y en ciertos aspectos tan madura. Bailo desganadamente hasta que empieza a sonar Madonna, que me reanima un poco de inmediato. Subiendo y bajando me acuerdo de un post de &% sobre el gimnasio. La verdad es que me gusta como escribe &%. Me da bronca porque la detesto, ¡ay, cómo la detesto!, pero igual me gusta. Estoy radicalmente en contra de la mayor parte de las cosas que piensa. Sus elecciones me parecen un loco y ella una agrandada, una snob de las letras, una canchera mal. Pero tiene mi edad, y escribe bien, y además es linda, y algunas cosas de su blog me sacan de quicio pero en otras bien que me regodeo. Y es de letras y posteó algo sobre el gimnasio. El tema es que hace muchísimo tiempo estuve muy celosa de ella. Tenía equis arreglo comercial con mi primer marido y yo descubrí que a él le gustaba. La verdad es que realmente no podía decir nada porque la relación ya promediaba las diez de última y yo no estaba libre de pecado. A mi primer marido no se la hice nada fácil en ningún sentido, pero de todos modos lo quería mucho y por momentos me convencía de que seguía enamorada. Y además el orgullo, la autoestima. (Nunca se sabe qué es primero: si el hecho bochornoso de que los maridos miren a la que a una le parece la más patética, o si a una le parece patética por resentimiento anticipado, intuyendo que su propio marido la mira.)
11 comentarios:
Bueno la proxima no nos quedamos "loreando" asi no llegas tarde...
Me quedé loreando porque quería, che. Pero uno a veces quiere cosas contradictorias, no? Besos
Uy! A mi Madonna no me gusta...
Toy frita no?
A vos se te perdona, querida. Porque hace rato que pasaste la prueba y porque si vamos a evaluarte por tus predilecciones musicales... bueno, mejor cambiemos de tema antes de que sea yo la que se pone facista.
y qué m decis de las chicas que tienen colcciones de sombreros, carteras y zapatos como A V?
Preguntale a FPM qué criterio usaba él.
Vos Evelyn coleccionás sombreros todavía?
Mi preferido era ese de hilo sisál.
Divino!!!
Lo sombreros vuelan en cualquier momento porque se viene la lavada de cara de mi casa. El que te gusta es, casulmente, el que me regaló Sergio de Loof el día que vos y yo nos conocimos en el desfile de Proa ¿recuerdas?
excelente ev! Excelente!!! yo desconfío de lo mismo, y voy por la vida pensando si tal o cual podría ser amigo mío o no -más allá de que no lo sean.
La relación de enemistad me conmovió siempre. Tengo enemigas para antologar. Tanto, que las quiero. Uno se dedica a ellas no? No son de la gente en la que no pensamos.
Besos!
Marina Mariasch es una pesadilla jodida
WOW Había olvidado que la historia de nuestro conocimiento muto estaba plasmada en ese sombrero sisál.
Ahora lo quiero más.
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