Hotel Costicismo: Nuevo video de los Rolling Stones, a quienes admiro y detesto. Ellos, mil años, cantando. El resto, jóvenes, perfectos y expresivos modelos teniendo el costicismo en habitaciones viejas. Alto voltaje en las miradas, en las caricias, en los labios carnosos, en los besos hetero y homosexuales. Un fuego.
Mientras, nosotros, que tenemos la tele sin volumen, escuchamos “Forbbiden Love” (porque gracias al cielo sí, estaba equivocada. Es buenísimo).
Llego de la calle con un fastidio atroz. Hace un calor insoportable y estoy pegajosa. Me tiro en el sillón con mi vaso de coca alimonada y lo miro a Guille como esperando que solucione todos mis problemas.
Me distraigo pensando que trabajar para el estado es increíble. Hoy tuve las dos últimas fiestas del Inventario. Como todo me angustia, a la mañana decido montarme para contrarrestar esa energía. Mi vestuario causa sensación. Quiero decir, genera reacciones fuertes y encontradas.
“Esas cadenas estarían mejor en el arbolito” me dice uno. Para otra compañera, en cambio, eran
“lo más de lo más”. Me saqué una y se la regalé:
Feliz Navidad, L.P., yo también voy a extrañarte. Entonces, otro acota que lo que a él le encanta es mi pollera, que también debería sacármela y dársela. El problema de trabajar con adolescentes es que hacen chiste costis todo el tiempo. Obviamente, al tercero dejan de hacer gracia. En fin.
Hay gente que no tolera las Melissas. Dicen que los zapatos transparentes son demasiado porno o que los zapatos de plástico son kitch. En ambos casos los consideran una grasada. Yo pienso que
dios mío, cómo detesto a los conservadores. Me parece imposible que semejante fantasía hiera la sensibilidad estética de alguien. Recuerdo cuando fuimos a la loja en Río. Hasta la Pipi, que es una de las féminas más austeras que conozco, sucumbió a su encanto y terminó probándose mil pares. Su espartanismo se disolvió por completo en el aire que emanaban las plasticodelic, alineadas para nuestro deleite en el local más maravilloso del mundo. Y el que no me crea que se haga un favor y lo vea por sí mismo:
www.melissa.com.brLlega Nikita con su humor explosivo pero no hay caso, sigo abatida. La terapia es una temporada completa de
Sex and the City (Chicas, sé que a muchas las indigna, pero debo reconocer que soy bastante básica). Después helado y más tarde, paseo por el cementerio, fumando entre las criptas. Caminamos bajo el rayazo del sol como si nada, deteniéndonos frente a alguna puerta o señalando una cerradura particularmente hermosa. Me adelanto un poco y cuando Guille me alcanza, me reprocha mi fanatismo por el azul.
“¿Por qué te gusta tanto?”. “Porque es lejano, marino y triste”, confieso. Y le canto “I said goodbye” y saludo moviendo la mano en alto, como Evita, cuya tumba eludimos para evitar a los turistas.
Encontramos una lápida de alguien que murió el día que nació Nikita y recordamos ese poema de Marilyn que hace poco citaba M.D. en su fotolog. Suspiramos, nos abrazamos y nos vamos. Enero nos pisa los talones. Llegará con nuestra despedida (Guille se va el 3) y con ese alto coeficiente de adversidad que define a Capricornio, signo regido por Saturno, el dios de la melancolía.