martes, enero 31, 2006

2. De L y G a J.T.

Allá nos encontramos con una compañera de secundario de E –La encantadora L– que estaba vacacionando con su reciente shico. Resulta que a él yo lo conocía de algunas cursadas. Cuando lo mencioné me contestó que sí, que una vez lo traté muy pero muy mal en un seminario. Como no me acordaba, negué. No, no, no, te estás confundiendo. Pero me dijo hasta lo que tenía puesto; ergo, era imposible librarse de la acusación. Y sí, en general soy bastante mala onda. En mi defensa diré que muchas otras veces soy mal comprendida. Queriendo ser simpática me acusan de agresiva, o si estoy concentrada, pongo mi cara seria y transmito la peor de las impresiones, como si estuviera escuchando una pobre exposición o un estúpido comentario. Y nada que ver. En fin, sépanlo. Igual, sí, soy peleadora, y no reniego.

Pasado el primer momento de incomodidad, los cuatro nos llevamos muy bien. Durante una cena, el mushasho me habló de una cátedra, de un grupo de investigación, de un subsidio y demases, y así llegamos a un pretendido efant terrible que ahora hace furor en este medio [blogger]. Me refiero al gourmet taquillero, ése que tanto gusta de los rinocerontes. El divino de Obelix no, él se deleita con jabalíes, que es muy distinto. No comprendo por qué tanta halaraca con ese tirapiedras. La verdad es que a mí la pretensión de rebeldía no me hace la más mínima gracia. El escándalo tiene que darse al natu, si no, no da. Es como estar tres horas delante del espejo acomodándose los rulos con gel efecto despeinado. Y ahora que lo pienso, algo de esto había: años atrás, el equis en cuestión era fácil de identificar por lo sigueinte: conservaba de su pasado pelo largo sólo un mechón, que le recorría gran parte de la espalda. Usaba el resto de su cabellera prolijamente corta. Con TT le decíamos el rabo de gato.

Capítulos atrasados


1. Mar del Sur

Después de unos cuantos kilómetros de polvorienta ruta de tierra, en plena oscuridad, con unas estrellas increibilísimas, la decepción. Equis. La costa argentina no es gran cosa, no. ¿Por qué lo recordaba tan lindo, tan poético? Quizás porque tenía 21 y me había enamorado por primera vez de verdad verdadera. (Antes me enamoraba pero para adentro, cual semisha. Lo de Lanata y etcéteras obviamente no cuenta.) Pero ahora soy mucho más fóbica. Me molestaba que haya una casa de videítos, aunque por supuesto que jugué mis buenas fichas al tetris; me molestaba que todo fuera tan kitch tan flores de plástico, estética patáda en el hígado.

La hostería, de mediocre pa’abajo y nuestro cuarto, un pañuelito de Barbie. El gran problema de reservar y señar desde Baires. Me digo: calladita, porque todo lo elegiste vos ¿eh?. Pero igual no me aguanto: pucheros y quejas, qué estúpida soy.

Los días, algunos mejores que otros, pero ninguno de esos que te morís por zambullirte. Un viento soverbio casi siempre, haciendo que la arena seca te latiguee todo el cuerpo. El agua, helada; el mar siempre encrespado, con bronca, y verde. Las playas en sí son interesantes. De rocas y no de arena. Si Jack fuera a la playa sin duda elegiría esas. Pero lo mejor son las grutas, las cuevas. Me iría a pasar tarde tras tarde adentro de cualquiera. Humedad, oquedad, soledad; yo debo haber sido tritón en otra vida. Tomar allí una pepus fue por lejos el hit de la escapada. Santos cartones lisérgicos, cómo flashee.

Durante la primer caminata me picó un bicho y como me rasqué literalmente a cuatro manos, me traje de souvenir una bruta infección. En Miramar me dieron corticoides pensando que era una reacción alérgica, lo que encubrió el proceso, que seguía su curso subrepticiamente. Ahora estoy con antibióticos y la pierna izquierda hipopotamizada.

martes, enero 24, 2006

Lo único que voy a decir

Guille, yo también te quiero tanto tanto tanto...

lunes, enero 16, 2006

Al día de la fecha


Hoy volví a la biblio y la jefa del sector había renunciado. Dicen que volvió a la nave nodriza.Me reecontré con la gente y of course, cómo me divertí. También me confirmaron un bienvenidísimo aumento de sueldo.

Hoy cumplo 31 y aunque nunca lo hubiera imaginado, estoy requetefeliz. Los amigos están llegando. Beberemos y demases mientras armo la valija: mañana me voy a la plasha with my sweet love.

En la fotich, los 30. No tengo quejas.

viernes, enero 13, 2006

El devenir de la Joven Promesa


Por qué me costará tanto hacer las cosas que me gusta tanto hacer. Me pregunto qué perfo me estoy haciendo a mí misma ¿La de la escritora looser? Si esto fuera una película, y yo fuera hippy, la peli sería Happiness y mi personaje, sin lugar a dudas, el de la maestrita.

jueves, enero 12, 2006

Miss Drama Queen

¿Qué? ¿Que mi Blog es un eterno lamento? ¿Una lágrima? La venganza será terrible.

La gente dice que tú y yo estamos locos, Lucas (o por qué quiero tanto a M)

M: ... entonces de pasada me traje del videoclub dos casets de Friends. Cuando llegué me tomé dos calmantes y a la cama.
E: ¿A qué hora?
M: A las seis.
E: Claro, a dormir llorando.
M: Sí, a las seis de la tarde.
E: Bueno, pero estás viendo todos los capítulos de Friends.
M: Sólo me falta la última temporada.
E: Excelente, ahora podemos hablar de experta a experta.

Más tarde:

M: ...entonces, cuando me agarra el ataque pienso en esa casa, en las cosas que le haría... (sic.) Cuando estoy más desesperada hago eso: me pongo a pensar en las porquerías que le sacaría a algunas casas... (sic.) Un loco, ¿no?.
E: No, yo hago lo mismo.
M: ¿En serio?
E: Sí... (sic.) ¡Es que hay casas a las que les sobran un montón de porquerías!
M: Sí, es imposible no pensar en eso.
E: Claro.


Y luego:

M: ¿Qué te pondría contenta?
E: Ir a un vivero.
M: Uhhh..., no hay ninguno cerca.
E: Y encima con la lluvia...
M: Si a vos te encanta la lluvia.
E: Sí, pero no da después llegar empapada y quedarme mojada hasta las mil y quinientas, muerta de frío.
M: No, pensemos en otra cosa.
E: ¿A vos qué te gustaría hacer si pudieras elegir alguna fantasía?
M: Me gustaría estar de viaje por Europa.
E: No, no vale.
M: ¿Por qué?
E: Valen solamente cosas en Capital Federal.
M: Bueno, entonces... Me gustaría que anduviera la tele y viéramos esos capítulos de Friends así te reís un poco. Eso, quisiera que te rieras.
E: Sí... No sé... (sic.) A veces no se puede. (Sic.) No me acuerdo cómo estaba el año pasado para esta época... ¿vos te acordás?
M: ¿Para esta época?... Eso es lo que te pasa: ¡tu cumpleaños!

Gracias, querida, me hizo infinitamente bien pasar la tarde contigo.

A quién le importa

Que alguien me lo pregunte, eh. Que alguien se atreva a preguntármelo.

¿Qué? ¿Que si me considero afirmativa?

Bastante.

Again

La humedad despeina, la melancolía despeina, los huracanes despeinan como locos.

Lo dicen muchos Blogs, y es verdad

Las uñas perfectamente pintadas de un color vibrante (sangre o muerte) sí que son un solaz para los ánimos maltrechos.

lunes, enero 09, 2006

Ha nacido un héroe


En el gimnasio trabaja un viejo insoportable, mezcla de vigilante, merodeador y hombre de seguridad. Como en el club no ocurren demasiados incidentes, tiene bastante poco que hacer y se la pasa dando vueltas por arriba y por abajo, con las manos en los bolsillos. La historia que más se repite es el robo de celulares (a Uli ya le faltaron dos) pero jamás se vio que el equis pudiera evitar nada. Se limita a poner su cara de qué barbaridad y listo. Básicamente, se dedica a empalagar a todo el mundo con su tema favorito: la inseguridad. Lo peor es que cuenta anécdotas no sólo inverosímiles sino también ridículas, como que se moría de calor y subió a un auto de un desconocido que le ofreció acercarlo a su casa; que después el conductor le pidió cambio de cien dólares y entonces él empezó a desconfiar. La calle está terrible.

Hace poco perdí los guantes y tuve la infeliz ocurrencia de preguntarle si no los había visto. A partir de ese momento se consideró con derecho a dirigirme la palabra a cada rato o a pararse a un metro de donde estoy entrenando y fastidiarme con cuestiones como: no dejes el bolso ahí, no podés tener prendido el teléfono acá. Una vez le contesté que necesitaba tenerlo siempre prendido por trabajo y se rió. Ah, ¿sí?, ¿y de qué trabajás?. Me contuve. Con la guasada en la lengua, preparada para disparar, se me ocurrió que sería más afectivo decirle algo que le tapara la boca. Soy periodista, contesté. Volvió a reírse. Muchos dicen eso. ¿Y dónde trabajás? Lo odié. A partir de ese día lo bauticé “que explote en mil pedazos”, apodo que Dieguito, otro de mis adorables entrenadores, reformuló como “el hombre bomba”.

Un par de semanas después veo que un asqueroso se dedicaba parsimoniosamente a pegar sus mocos en una de las máquinas mientras descansaba. Alternaba series de repeticiones con furiosas amasadas de nariz que terminaban cuando depositaba el cargamento en el aparato. Aguanto la transpiración pero eso, no. Me dieron ganas de vomitar y comencé a mirarlo fijo por el espejo pero nada, no se daba por aludido. Le dije a Diego, que se hizo el boludo. Diego no quiere problemas con nadie. Entonces pensé... ¡Esta es una tarea para Que Explote En Mil Pedazos!

Obviamente, le encantó la idea y la puso en práctica al instante. Amonestar es su fantasía. Con el pibe de los mocos, a quien todavía siguen gastando, me peleé encarnizadamente y ahora todo su grupete me detesta y me hacen la vida bastante imposible (me sacan las mancuernas que estoy usando, me esconden el agua) pero Que Explote me adora a la distancia. Me sonríe de lejos sin retarme ni molestarme. Todo por haberle dado un mínimo sentido a su relajada rutina de bostezos.

En la foto, mis ojeras de siempre y el guante perdido.

domingo, enero 08, 2006

Light



Decidí que no tengo ganas de seguir arrastrando mis miedos y mis absurdas culpas. Después de todo ¿cual es el fucking problema?. ¿Equivocarse? ¡Vamos! ¡A nadie se le cae ningún anillo por eso!. Pero tirando de semejante equipaje, avanzar se me hace demasiado cuesta arriba. Desde ahora en adelante pienso ir liviana por la vida.

viernes, enero 06, 2006

I remember

"Desde mi suprema impotencia, tenía firmemente dominadas las riendas de lo
imposible" César Aira, Cómo me hice monja.

Era chica. Ingenua, virgen e inmortal. Me la pasaba revoloteando por los pasillos de Puán con Jony y TT. Muchos de los profesores en los que había cifrado todas mis expectativas decidieron apostar a mí sus fichas, considerándome una joven promesa (pobres). Juro que no puedo reproducir aquí ni siquiera las iniciales de quien más me elogió prodigando sus “Brillante, señorita”s a diestra y siniestra. Siempre tenía para su alumna estrella una flor, que arrojaba con naturalidad para mi sorpresa y también para mi desvarío. De más está decir que no sólo yo me la creí.

Por aquel entonces J sufría por un forbbiden love que más tarde fue su esposa durante dos años. Así de imposible era. Pero entonces sufría horrores, con todo su malhumorado corazón de perro. Ese día tenía además una gripe infernal que le tomaba todo el pecho y lo obligaba a usar un pañuelo al cuello. Un enorme pañuelo de su difunto padre, viejo a propósito, como casi toda su ropa de loca juventud, comprada principalmente en la Quinta Avenida.

Esperábamos el subte. Le pedí que me cantara un tango para aprovechar el vestuario y la tristeza. Odeado, me miró fijo con la esquina del ojo y tosió. Y tosió y tosió y tosió. “Estás despechado”, le dije. Entonces, mientras se atragantaba por un nuevo acceso de su espasmódico catarro, vi cómo se le nublaba la vista y cómo, sin embargo, se le iluminaba la cara. Cuando se repuso repitió: “despechado”. “Con el corazón roto y el pecho destrozado por el amor y el resfrío. Siempre encontrás la palabra precisa, Evelyn; la palabra perfecta en todos los sentidos”.

Me reí. La verdad es que había sido una simple casualidad y se lo dije, pero no me creyó. Nunca quería creerme esas cosas. Insistía. Mucha gente insistía. De a poco me fueron convenciendo de que podía conseguir lo que quisiera porque tenía “el don de la palabra”. (Decimos: Salud, amigo Gorgias!). Y comenzaron a llamarme “teoricita” porque parece que siempre estaba elucubrando oscuras teorías acerca de las inquietudes más triviales. Tardé muchos años en darme cuenta de que, aunque se le acerque mucho, el lenguaje no hace la felicidad.

Mucho muchísimo

Extraño a Luciano y a Laurita.

martes, enero 03, 2006

Por qué detesto las fiestas

Decile no a la burocracia afectiva y a la dependencia emocional.