Lo que me gusta de la Biblioteca Nacional es que todo el tiempo hace patente la certeza de que el futuro es incierto. Te lo escupe en la cara a cada paso impidiendo que te hagas el boludo. Volví después de dos meses durante los que pasaron tantas cosas. (–Cuántas cosas te pasaron en estos 15 días!– me dice la Lic. Burnstein. Más tarde se daría cuenta de que siempre es así. Siempre. Si algo no nos falta es movimiento). Volví y estaba hermosa con su homenaje a Oesterheld y su fuente andando. Crecen pastos y amores pero también crecen odios.
martes, agosto 07, 2007
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