Hay días en los que uno está condenado a que el mundo lo malinterprete. Por eso, amigo o amiga, quiero prevenirte: si pensás dejar un comentario en éste o en cualquier otro Blog, tené en cuenta que por la red navega cualquiera. Lo que escribas puede leerlo tu amor, tu jefe o tu madre. El amante de tu amante, el padre de tu jefe, el amor de tu madre. Así que preguntale.
Siempre supe que vivimos en un pañuelo chico y que la lengua no es más que un conjunto de malos entendidos. Pero a pesar de tenerlas claras son dos verdades que no dejan de atormentarme. (También sé que Dios ha muerto y sin embargo, no me queda ninguna duda de que me sigue castigando).
Qué alguien me explique qué cuernos le pasaba a Laurita esta mañana, y si a ese le queda un rato, que convenza a Mariano de no abandonar su costiblog, y si al mismo le sobra todavía un resto de paciencia, que le haga entender a mi bombón que en realidad él piensa como yo.
viernes, septiembre 30, 2005
jueves, septiembre 29, 2005
Lemon
No hay modo de evitarlo: elija la opción que elija quedo como una retrasada. Equis enorme, ¿por qué no puedo boicotearme un poco menos?.
Hace unos meses hablaba en el gimnasio con un amigo que se asombraba de mis actividades: trabajar en la biblioteca, cursar, escribir para el diario, escribir para Estrada, ir a la hemeroteca a investigar para los ubacyts, no faltar a las reuniones del conicet, estudiar, almorzar cada domingo con ami y api en adrogué, regar las plantas, lavar los platos, ordenar la casa y entrenar como si fuera Sara Connor. ¿Cómo podés hacer tantas cosas?, me preguntaba. Fácil, le contesté: las hago todas mal.
Escribo esto y recuerdo que a E le revienta que sea intolerante conmigo misma y que diga barbaridades sobre mí. Incluso me prohibió insultarme, así que seguro que se va a enojar. Pero bueno, si las sigo diciendo será porque me gusta que se enoje un poco.
Hace unos meses hablaba en el gimnasio con un amigo que se asombraba de mis actividades: trabajar en la biblioteca, cursar, escribir para el diario, escribir para Estrada, ir a la hemeroteca a investigar para los ubacyts, no faltar a las reuniones del conicet, estudiar, almorzar cada domingo con ami y api en adrogué, regar las plantas, lavar los platos, ordenar la casa y entrenar como si fuera Sara Connor. ¿Cómo podés hacer tantas cosas?, me preguntaba. Fácil, le contesté: las hago todas mal.
Escribo esto y recuerdo que a E le revienta que sea intolerante conmigo misma y que diga barbaridades sobre mí. Incluso me prohibió insultarme, así que seguro que se va a enojar. Pero bueno, si las sigo diciendo será porque me gusta que se enoje un poco.
Tonta pobre tonta
Ahora que tengo facturas, a todo el mundo se le da por pagarme con cheques. Hace un tiempito me dieron uno en una editorial, y como recién había cobrado en la Biblio decidí guardarlo. La ventaja de tener varios trabajos es que te permite ahorrar alguna moneda: vivís con el sueldo de uno o de dos y rescatás el resto para las vacaciones o cualquier otra fantasía con la que te encapriches.
Así lo hice. Contenta e ilusionada guardé en el cajón del escritorio el papel que me convertía en acreedora de 1500 pesos. Tenía la intención de acercarme hasta al banco, pero como no pensaba gastarlos, día tras día iba postergando el trámite. Decimos: preguntale.
Increíble pero no por eso menos verdadero: yo no sabía que los cheques tenían vencimiento. Ayer intenté depositarlo y me enteré de esa tan fácilmente deducible realidad. Los cheques caducan al mes de haber sido emitidos.
Para recuperar la plata debo asumir una de estas dos realidades: o que a los 30 aún no sabía lo que ya dije que no sabía, o que en un lapso de 30 días no encontré ningún momento entre la una y las tres de la tarde para llegar al banco más cercano. Me debato entre ambas posibilidades. ¿Cómo quedará uno menos tarado frente a sus jefes: reconociendo que vive adentro de un yogurt dietético o que sencillamente no puede con su vida?
Así lo hice. Contenta e ilusionada guardé en el cajón del escritorio el papel que me convertía en acreedora de 1500 pesos. Tenía la intención de acercarme hasta al banco, pero como no pensaba gastarlos, día tras día iba postergando el trámite. Decimos: preguntale.
Increíble pero no por eso menos verdadero: yo no sabía que los cheques tenían vencimiento. Ayer intenté depositarlo y me enteré de esa tan fácilmente deducible realidad. Los cheques caducan al mes de haber sido emitidos.
Para recuperar la plata debo asumir una de estas dos realidades: o que a los 30 aún no sabía lo que ya dije que no sabía, o que en un lapso de 30 días no encontré ningún momento entre la una y las tres de la tarde para llegar al banco más cercano. Me debato entre ambas posibilidades. ¿Cómo quedará uno menos tarado frente a sus jefes: reconociendo que vive adentro de un yogurt dietético o que sencillamente no puede con su vida?
De entrada
La energía negra de alguna gente no tiene límite. A los que dejaban comentarios groseros o violentos en el Blog de Mariano ya no les alcanza con eso, sino que ahora además, asumen su identidad.
Debo confesar que a mí me atraen bastante las vibraciones negativas de los peleadores. Después de todo si a esta altura de las circunstancias no cosechaste unos cuantos enemigos, estás tan frito como si no tuvieras amigos.
Todo bien con las críticas. Sin embargo, no es divertido si le sacan el nombre y el cuerpo a la osadía de escribirlas. Me parece un loco que alguien publique un post anónimo cargado de acritud. ¿Qué gracia tiene?
Ninguna, aunque vaya y pase (estamos rodeados de cobardes). Pero hacerse pasar por otro ya me resulta demasiado. Por eso les aclaro desde ya a los que tengan intenciones de revelar anónimamente sus resentimientos verretas:
Sé quienes son. Conozco a sus familias. Sé donde trabajan y donde viven. Tengo planos de las calles que transitan y de los lugares a los que asisten. Puedo repetir de memoria sus itinerarios habituales y por si esto fuera poco, también tengo fotos incriminadoras de todos ustedes y de sus parejas.
Así que cuidadito.
Debo confesar que a mí me atraen bastante las vibraciones negativas de los peleadores. Después de todo si a esta altura de las circunstancias no cosechaste unos cuantos enemigos, estás tan frito como si no tuvieras amigos.
Todo bien con las críticas. Sin embargo, no es divertido si le sacan el nombre y el cuerpo a la osadía de escribirlas. Me parece un loco que alguien publique un post anónimo cargado de acritud. ¿Qué gracia tiene?
Ninguna, aunque vaya y pase (estamos rodeados de cobardes). Pero hacerse pasar por otro ya me resulta demasiado. Por eso les aclaro desde ya a los que tengan intenciones de revelar anónimamente sus resentimientos verretas:
Sé quienes son. Conozco a sus familias. Sé donde trabajan y donde viven. Tengo planos de las calles que transitan y de los lugares a los que asisten. Puedo repetir de memoria sus itinerarios habituales y por si esto fuera poco, también tengo fotos incriminadoras de todos ustedes y de sus parejas.
Así que cuidadito.
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