jueves, febrero 09, 2006

Animal de costumbres

Ayer quería postear algo así como larrreputamadrequelorrremilparióa-todoeluniverso. Me vieron, para variar, unos cuántos médicos durante el día. Cada cual aventura su hipótesis pero ninguno está seguro. Probemos con tal cosa, probemos con tal otra. Ensayo y error. Ensayo y error. Hasta ahora, el resultado fue siempre error. Análisis de sangre, ecografías de tobillo, nada. El fucking pie no responde. Qué hijo de puta, se hincha como le da la gana. Y cómo pica. La fantasía de la cierrita me da vueltas en la cabeza. Bien afilada. Una cierrita de dientes tiburónicos con la que trabajarme la carne. Mmmmm (me muerdo la boca de deseo atroz). La idea ya se popularizó. A TT se le ocurren muchas cosas con las que quisiera darle a la cierrita divina: al carácter del equis o su propio e incurable temperamento romántico.

Hace un tiempo, charlaba en el gimnasio con una de esas chicas mayores que están superentrenadas -esas clásicas minas de cuarenta que matan de envidia a las de veinte-. Levantaba el triple de su cuerpo con cada glúteo. Esto me hace recordar dos cosas: uno de los últimos pornosonetos del talentoso Paz y un capítulo de Ren & Stimpy en el que ellos peleaban con unos luchadores profesionales de fuerza tan descomunal, que los noqueaban dándoles aplausos de culo. Dioses, qué culo poderoso. Yo también quiero sacar de competencia a alguien con el culo…
En fin, no sé ni cómo se llama esta equis pero igual podría decirse que la conozco bastante. Desapareció del club durante muchos meses. Al volver me contó que estuvo lesionada y que le prohibieron hacer actividad física por un larguísimo semestre. Pensé que le pasaba por zarpada: el cuerpo siempre te da señales, te enciende el cartel de alarma cuando te estás pasando de la raya. Pero ese tipo de lesiones son muy comunes en el gimnasio. No dejás nunca de compartir los aparatos con gente que hace una rutina light porque se está rehabilitando. También pensé que a mí me daba un a77aque si me dejaban sin mover el equis durante más de dos semanas. El deporte y sus sucedáneos son antidepresivos y ansiolíticos para mi neurosis cotidiana. Para pelearla con ganas necesito mi cuota endorfinas!

Ahora, acá, en cama –santas computadoras portátiles–, entiendo que a todo se acostumbra uno. Yo es otro si vive en otro lado. De última: ¿por qué no iba a adaptarme a estar aplastada, si es lo que hice durante veintisiete años? Mi cama siempre fue como la democracia: acá se come, se coje, se estudia, se trabaja y se educa. No hay nada que no pueda hacerse entre almohadas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

por que no tratas con la homeopatia?

Ev dijo...

Porque no sigo consejos de anónimos. Igual, gracias.

Anónimo dijo...

Decimossss??? OOOOOOMMMMMMM Y que tu marido te ate a la cama como la mismísima Victoria Abril y te de todos los gustossss!

Anónimo dijo...

me hacés reír: "La cama y la democracia. Espacio, represión y libertades". Ahora, el temita este del pie espero que no te esté durando hasta ahora que escribo esto (14/04) porque eso sí que sería un pijazo (dícese del evento que, de un modo u otro, echa por tierra las condiciones de felicidad de cualquier devenir-vida).