miércoles, febrero 01, 2006

Vida acuática


Flavia ya conoce más cosas interesantes de Buenos Aires que yo, y eso no sólo se debe a mi desidia sino también, y principalmente, a su culo y a su espíritu inquietos. Tiene una guía que exprime con bastante pericia turística. El jueves se le antojaron las delicias vietnamitas de Green Bamboo y el viernes quiso cenar en Bar 6.

Pedro había estado reclamando a TT, su fiel compañera de copas. Le dije que era una figurita difícil, pero el viernes accedió. Cuando se terminaron la primera cerveza no aguanté más y le pregunté a P. por el tema: la p de p. Declaró no saber nada al respecto, pero la cuestión despertó su curiosidad así que terminamos todos como hace poco más de un año: barajando hipótesis para compatibilizar el zapato vacío cuya punta se curva hacia arriba cual los de los duendes, con la destreza para sambar como dios manda. El enigma continúa abierto.

A medida que pasaba la noche el tobillo se me iba hinchando cada vez más hasta adquirir proporciones elefantiásicas. Lo peor es que pica como la gran equis. Algo realmente insoportable. Me dan ganas de tener un cepillo de alambre para rascarme sin parar hasta que quede el hueso al natu. O de ser perro y rascarme con los dientes o de tener una sierrita afilada como la lengua de chechus. Siempre me gustó mutilarme…

Después de la cena fuimos a saludar a Abe, que nos está cumpliendo los 30. Lo va a festejar en un lugar ultrafantasy: un telo. Su papá tiene una empresa constructora que compra terrenos para levantar edificios modernos, previa demolición de lo que haya en el predio si es que hay algo. En este caso hay un hotel alojamiento armadito como si se estuviera usando: tres pisos de habitaciones con distintos puteríos (dios mío, es la primera vez que el término adquiere semejante literalidad!!) como silloncitos para tener el costicismo, duchas escocesas, películas porno, espejos en el techo y etcéteras. A. pidió permiso para hacer ahí la fiesta, ¿y quién puede decirle que no a alguien que está cumpliendo los 30?. La idea es una megaparty con grupetes de diferentes procedencias ocupando los cuartos, consumiendo distintas cosas, divirtiéndose de maneras disímiles. Me fascina la idea de poder ir de un lado al otro y cambiar de secuencia con sólo cruzar un pasillo.

El cumpleañero comenzó su natalicio ahí mismo, ya que llevó a sus íntimos (básicamente los demás Horreos) a conocer las instalaciones. Y yo terminé como se debe: en un jacuzy. No hay caso, mi destino es el agua.

La fotich es de su cumple pasado. La posteo porque estoy con su esposa, que en este blog ya tiene unos cuantos fans. Así se le ponen los ojos cuando se emborracha.

2 comentarios:

Obelix dijo...

Qué partuza!!!

Atte.

Anónimo dijo...

esa fiesta me generó innumerables fantasías. Una de ellas era justamente la de circular por los pasillos. Pero me ganó la desidia, o la abulia y no fui. Ahora, volviendo la fantasía de los ciclos, ¿esa fiesta cerró uno de ellos?